El frío, el viento, la lluvia hicieron mella fácil en los campamentos y tomas. Trasminó calaminas, guateó maderas, hizo barriales en los pisos y dejó estilando el alma de las familias que habitan estas improvisadas construcciones típicas donde, más allá de su cuestionada condición, albergan la vida de hombres, mujeres y niños.

Bajo ese prisma humanitario, el gobernador provincial (S), Eduardo Ochoa, recorrió esta tarde algunos campamentos apostados en el sector poniente de la ciudad. Entre ellos, Quetena y Likan Antai, para interiorizarse de la situación de las familias afectadas por el frente climático.

Y la realidad no eran sino moradores, una vivienda tras otra, cuyos rostros reflejaban la impotencia de tener dormitorios anegados, colchones mojados y zapatos inservibles, estilando la desigualdad social.

En respuesta a la evidente necesidad de recursos, el gobernador Ochoa, echó mano a material que dispone la ONEMI y la Oficina de Protección Civil para enfrentar la emergencia y así el viaje de regreso a los campamentos, con frazadas y calaminas, fue una respuesta que satisfizo a las familias y a esos dirigentes, hombres y mujeres, que ejercen un preciado liderazgo cuando el viento sopla en contra.

Este periplo de solidaridad culminó en la toma Frei Bonn, hasta donde llegó el área social del gobierno provincial, con un centenar de frazadas y que vinieron como anillo al dedo, en momentos en que los moradores de la polémica toma preparaban una olla común y al interior de la improvisada iglesia, las mujeres rebanaban papas, zanahorias, cebollas y perejil, para condimentar el bendito hervido.